Una de mis amigas me aconsejaba (inspirada por la prolongada soltería de mi estado civil y mi tan amenazador próximo cumpleaños) que para atrapar un hombre tengo que ser definitivamente menos yo y un poco más Jessica Simpson, al menos de primera entrada y conforme se vaya enamorando de mi, irle soltando de apoco quien soy en realidad, para que no le quede más remedio que aceptarme al final y no perderse de la imagen que le vendí al principio.
Hummm no me cabe duda de que esto funciona, lo he visto aplicado en su vida y cabe mencionar que nunca ha estado sin pareja, al menos no por periodos tan prolongados como yo, sé que actúa únicamente a razón de no poder comprender cómo una mujer puede soportar el paso diario de la vida sin una mano que sujetar y un rostro que presentar en fiestas familiares y aun así, estar sinceramente feliz; esto simplemente le resulta imposible.
Hace años que la conozco y le agradezco muchos momentos maravillosos, y es debido a este agradecimiento que escucho con resignación los consejos que tan amablemente me da acerca de cómo debería comportarme, qué decir y qué hacer… pero honestamente para mí, esto no es más que un montón disparates.
No me cabe en la cabeza que tenga que pretender algo que no soy, opinar algo que no pienso y concordar con lo que no estoy de acuerdo, solo para atraer una posible pareja; suena bastante ilógico que me pueda enamorar de alguien que no me conoce y que por ende, yo no podría conocer realmente… además, si se supone que no me conoce, de que le voy a hablar?
Vaya, cómo la aprecio, de verdad que sí. Ver la vida a través de sus ojos, es como verla a través de una bola de nieve y vidrio del supermercado, donde el pingüino vive muy feliz, aunque en realidad no haya invierno ni nieve, pero no lo sabe y ésta ignorancia le regala una vida dichosa, porque no ambiciona nada más de lo que ya tiene, aunque en realidad no tenga nada.
Ella y yo somos muy diferentes… pero debo confesar que dentro de nuestro contexto social, nuestras diferencias nos vuelven, a ella normal y a mí, la excepción de la regla; mi madre lo supo siempre, por eso solía llamarme ¨la pequeña cabra del diluvio¨ (esto debido a mi constante necesidad de virar a la izquierda, cuando todos iban a la derecha).
Y aunque ser anormal nunca me ha molestado copiosamente, sí me choca la idea del teatro en pro de la eliminación de la soltería, y aunque sé que hay muchos hombres para quienes la imagen en la mujer lo es todo, no pierdo la esperanza de que haya otro anormal por ahí, que al igual que yo, este cansado de fingir y que solo quiera ser aceptado y amado como es.
Cómo es que las conductas socio-afectivas se degeneraron tanto a través del tiempo? Cómo llegamos a preferir una Julieta o un Romeo imaginario, basados en las reglas del cómo debería ser, cegados por la proyección del romanticismo Hollywoodiense, de enormes silicones y cinturas pequeñitas, tintes incandescentes y labios protuberantes, hombres muy fornidos o esqueléticamente modelados?
…Y sí ésta es una realidad que mis ojos no logran ver, qué pasará con el 98% del resto de la comunidad mundial, que es normal, común y corriente, con pancitas y dientes que no siempre son perfectos?
…Y entonces, sí no tiño mi cabello, enseño mis pechos como trofeos, y no logro comportarme sumisa y descabezadamente como una adolescente de 16, quiere decir que me quedare sola para siempre?
Bueno, a razón de que me gusto demasiado como para cambiarme, me niego a juntarme con el homologo de Jessica en masculino, y he decido esperar a que me ame un anormal, dichoso, defectuoso, loco y espontaneo, amargado y juguetón, responsable e irreverente, que se arrepienta (como todos) y que siempre quiera mejorar, lleno de sueños y sonrisas y que ame la vida tanto como yo, que le guste hacer el amor cuando llueve y que luego no le moleste acompañarme a caminar.
Yo quiero uno, eso es cierto, pero que sea uno anormal!